CUANDO ESTÁS SOLA Y LAS ESTRELLAS COMIENZAN A CAER

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Salí un momento a mirar las estrellas, habían muchas en verdad. Vaya, qué suerte, todas brillaban tanto como me gusta, pero una de ellas era realmente especial, no supe que fue lo que atrajo mi atención, pero pronto entendí de qué se trataba: aquella estrella estaba descendiendo. ¡Está cayendo!, me dije con gran impresión. Comencé a seguirla y comparé su tamaño y distancia con las demás, pero no hallé diferencia alguna, salvo que ésta caía con ligereza de aquél místico cielo. Subí un escalón y otro más, estaba muy oscuro. Seguí su trayectoria y elevé mi cuerpo sobre la punta de mis pies, pero el viento comenzó a tener prisa, y la estrella ya no estaba. La perdí de vista. Me tumbé sobre mis talones y pensé por qué una estrella querría decender, y por qué tendría yo que haber sido testigo de su hipnotizante caída.